Este compuesto que generan los vegetales sigue asombrando a la Medicina, pues ha comenzado a mostrar su utilidad no sólo para combatir el mal aliento, sino para oxigenar la sangre y eliminar toxinas relacionadas con envejecimiento celular y cáncer.
Las hipótesis actuales indican que las primeras especies de algas y plantas capaces de crear su propio alimento y energía a partir de la luz del sol surgieron hace 3,600 millones de años. El secreto en este importantísimo salto evolutivo, y gracias al cual ha podido sostenerse la vida en la tierra, radicó en el surgimiento de una molécula: la clorofila.
Tan modesta sustancia también estaba destinada a modificar definitivamente la apariencia del entonces opaco y árido planeta, pues su color verde, sinónimo de vida en nuestros días, se fue extendiendo con el paso de los siglos hasta crear enormes bosques, selvas o estepas que luego serían el sustento de gran variedad de especies, entre las que se incluye el ser humano.
A pesar de que numerosas criaturas han desaparecido o evolucionado, la clorofila sigue siendo la misma molécula de sus orígenes, y justo ahora, después de tantos siglos, la Ciencia Médica centra su atención en ella y comienza a reconocerle propiedades como reguladora de grasa y antioxidante (bloquea a los radicales libres, moléculas responsables de envejecimiento celular y formación de tejidos cancerosos), además de que se ha revalorado el papel que le da la Medicina tradicional, que considera que los vegetales verdes son ideales para la depuración, renovación y protección del organismo.
Así, aunque todavía hay muchos estudios en curso que permitirán comprobar las propiedades de este compuesto, e incluso nos ayudarán a conocer nuevas cualidades, puede considerarse desde ahora a la clorofila como un elemento de gran valor que nos permite prevenir numerosos padecimientos y, por tanto, no es mala idea comenzar a incluirla en nuestra dieta.
Como sabemos, los vegetales son una fuente indispensable de vitaminas y minerales, además de otras sustancias que el organismo utiliza a nivel celular de diversas maneras; sin duda, la clorofila es una de ellas y, en buena medida, ocurre así porque su estructura química, guarda cierta similitud con la hemoglobina, que es la sustancia en la sangre encargada de transportar oxígeno a las células.
Las principales virtudes que se le han atribuido a este compuesto son diversas, pero pueden resumirse en las siguientes:
> Además de aportar energía vital proveniente de la fotosíntesis, la clorofila tiene la ventaja de ser un producto natural sobre el que no se han reportado casos de reacciones adversas o de rechazo.
> Posee notable actividad desodorante, por lo que además de ser de gran utilidad para combatir problemas de mal aliento ocasionados por tabaco, bebidas alcohólicas y alimentos, ayuda a eliminar olores desagradables en transpiración, orina y materia fecal.
> Desde la antigüedad se le ha reconocido como elemento cicatrizante y, por ello, se utiliza en productos de consumo oral o que se aplican directamente en la piel, a fin de que estimulen la regeneración de tejidos dañados y heridas (además, se dice que reducen la formación de cicatrices y el riesgo de infección).
> Bloquea el efecto de varias sustancias que se relacionan con el envejecimiento prematuro de los tejidos o el surgimiento de células cancerosas. En efecto, se ha observado que la clorofila se adhiere a moléculas de humo de tabaco, combustible diesel y otros agentes contaminantes, de modo que las bloquea y permite que el organismo las deseche a través de la orina.
> Ya que mejora la aportación de oxígeno y a que elimina sustancias nocivas en la sangre, permite que intestinos, riñones e hígado funcionan de manera más equilibrada. Esta misma cualidad ayuda al cerebro y sistema nervioso, lo cual se traduce en mejor capacidad de memoria y concentración.
> Beneficia a la salud circulatoria, pues un estudio realizado con animales ha comprobado que su consumo diario disminuye en forma significativa los niveles de grasa (colesterol y triglicéridos) en sangre. De este modo, puede ser un producto que reduzca el riesgo de padecer infartos y que mejore la dieta de pacientes con colesterol elevado, obesidad, presión arterial alta y diabetes (cifras de azúcar en sangre mayores a lo normal).
Además de las cualidades citadas, se dice que la clorofila combate microorganismos, mejora algunos síntomas o enfermedades reumáticas como artritis (inflamación de las articulaciones) o artrosis (desgaste de las mismas), permite que el calcio se fije en los huesos, regula el tránsito intestinal, fortalece al sistema de defensas (inmunológico) y mejora el funcionamiento del corazón (aporta magnesio, mineral que se requiere para la adecuada transmisión de impulsos eléctricos que regulan al ritmo cardiaco).
Incorporar un poco más de clorofila en la dieta puede ser buena idea, ya que la alimentación del hombre moderno se basa en grasas, hidratos de carbono y carnes rojas, a la vez que toma cada vez menos en cuenta a frutas, cereales integrales, verduras y hortalizas. Ahora bien, algunos especialistas en medicina naturista indican que la clorofila que se ingiere a través de los alimentos no se aprovecha del todo, ya que una parte queda atrapada entre las paredes celulares de los vegetales o, simplemente, el sistema digestivo no puede absorberla.
Para evitar este problema, recomiendan que el consumo de esta sustancia se mejora a través de suplementos (disponibles en jugos vivos y congelados).
¿Todavía no te sumaste a la experiencia Luzvida wheatgrass?
Probalo y sentí los cambios que la clorofila orgánica de Luzvida Wheatgrass le brinda a tu organismo.
Las hipótesis actuales indican que las primeras especies de algas y plantas capaces de crear su propio alimento y energía a partir de la luz del sol surgieron hace 3,600 millones de años. El secreto en este importantísimo salto evolutivo, y gracias al cual ha podido sostenerse la vida en la tierra, radicó en el surgimiento de una molécula: la clorofila.
Tan modesta sustancia también estaba destinada a modificar definitivamente la apariencia del entonces opaco y árido planeta, pues su color verde, sinónimo de vida en nuestros días, se fue extendiendo con el paso de los siglos hasta crear enormes bosques, selvas o estepas que luego serían el sustento de gran variedad de especies, entre las que se incluye el ser humano.
A pesar de que numerosas criaturas han desaparecido o evolucionado, la clorofila sigue siendo la misma molécula de sus orígenes, y justo ahora, después de tantos siglos, la Ciencia Médica centra su atención en ella y comienza a reconocerle propiedades como reguladora de grasa y antioxidante (bloquea a los radicales libres, moléculas responsables de envejecimiento celular y formación de tejidos cancerosos), además de que se ha revalorado el papel que le da la Medicina tradicional, que considera que los vegetales verdes son ideales para la depuración, renovación y protección del organismo.
Así, aunque todavía hay muchos estudios en curso que permitirán comprobar las propiedades de este compuesto, e incluso nos ayudarán a conocer nuevas cualidades, puede considerarse desde ahora a la clorofila como un elemento de gran valor que nos permite prevenir numerosos padecimientos y, por tanto, no es mala idea comenzar a incluirla en nuestra dieta.
Como sabemos, los vegetales son una fuente indispensable de vitaminas y minerales, además de otras sustancias que el organismo utiliza a nivel celular de diversas maneras; sin duda, la clorofila es una de ellas y, en buena medida, ocurre así porque su estructura química, guarda cierta similitud con la hemoglobina, que es la sustancia en la sangre encargada de transportar oxígeno a las células.
Las principales virtudes que se le han atribuido a este compuesto son diversas, pero pueden resumirse en las siguientes:
> Además de aportar energía vital proveniente de la fotosíntesis, la clorofila tiene la ventaja de ser un producto natural sobre el que no se han reportado casos de reacciones adversas o de rechazo.
> Posee notable actividad desodorante, por lo que además de ser de gran utilidad para combatir problemas de mal aliento ocasionados por tabaco, bebidas alcohólicas y alimentos, ayuda a eliminar olores desagradables en transpiración, orina y materia fecal.
> Desde la antigüedad se le ha reconocido como elemento cicatrizante y, por ello, se utiliza en productos de consumo oral o que se aplican directamente en la piel, a fin de que estimulen la regeneración de tejidos dañados y heridas (además, se dice que reducen la formación de cicatrices y el riesgo de infección).
> Bloquea el efecto de varias sustancias que se relacionan con el envejecimiento prematuro de los tejidos o el surgimiento de células cancerosas. En efecto, se ha observado que la clorofila se adhiere a moléculas de humo de tabaco, combustible diesel y otros agentes contaminantes, de modo que las bloquea y permite que el organismo las deseche a través de la orina.
> Ya que mejora la aportación de oxígeno y a que elimina sustancias nocivas en la sangre, permite que intestinos, riñones e hígado funcionan de manera más equilibrada. Esta misma cualidad ayuda al cerebro y sistema nervioso, lo cual se traduce en mejor capacidad de memoria y concentración.
> Beneficia a la salud circulatoria, pues un estudio realizado con animales ha comprobado que su consumo diario disminuye en forma significativa los niveles de grasa (colesterol y triglicéridos) en sangre. De este modo, puede ser un producto que reduzca el riesgo de padecer infartos y que mejore la dieta de pacientes con colesterol elevado, obesidad, presión arterial alta y diabetes (cifras de azúcar en sangre mayores a lo normal).
Además de las cualidades citadas, se dice que la clorofila combate microorganismos, mejora algunos síntomas o enfermedades reumáticas como artritis (inflamación de las articulaciones) o artrosis (desgaste de las mismas), permite que el calcio se fije en los huesos, regula el tránsito intestinal, fortalece al sistema de defensas (inmunológico) y mejora el funcionamiento del corazón (aporta magnesio, mineral que se requiere para la adecuada transmisión de impulsos eléctricos que regulan al ritmo cardiaco).
Incorporar un poco más de clorofila en la dieta puede ser buena idea, ya que la alimentación del hombre moderno se basa en grasas, hidratos de carbono y carnes rojas, a la vez que toma cada vez menos en cuenta a frutas, cereales integrales, verduras y hortalizas. Ahora bien, algunos especialistas en medicina naturista indican que la clorofila que se ingiere a través de los alimentos no se aprovecha del todo, ya que una parte queda atrapada entre las paredes celulares de los vegetales o, simplemente, el sistema digestivo no puede absorberla.
Para evitar este problema, recomiendan que el consumo de esta sustancia se mejora a través de suplementos (disponibles en jugos vivos y congelados).
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