El pan que se consume en la actualidad no tiene nada que ver con el valor nutricional del que fue el símbolo del alimento por excelencia. La porquería que se consume bajo el sinónimo de pan es una combinación artificial de sustancias químicas que solamente son útiles para los que venden el pan pero que dañan al que lo consume.
Todos hemos oído decir que en la antigüedad se sobrevivia a veces con pan y cebolla, mas quien pretendiese tal cosa en la actualidad sería un suicida. Junto con el germen y el salvado, el pan pierde casi todas sus proteínas, grasas, vitaminas y minerales. El pan que se ingiere en la actualidad es un engrudo de almidón que NO NUTRE SINO QUE NOS SOBRECARGA DE CALORIAS VACIAS Y CONDUCE A LA OBESIDAD Y LA DESMINERALIZACION.
¿Quién no sabe que el pan blanco produce estreñimiento? Lo que no todo el mundo sabe es que además está directamente implicado en otras muchas enfermedades entre las cuales podemos citar:
Obesidad
Cáncer de colon
Desmineralización (osteoporosis, artrosis, etc. )
Hemorroides
Colesterol
Diverticulosis
Entre otras afecciones. Todas ellas tienen por denominador común el verse favorecidas por una dieta baja en fibra y la falta de las vitaminas y minerales del trigo entero, especialmente la E y el complejo B.
Cuando uno oye hablar de las enormes ventajas de consumir pan integral puede caer en la tentación de preguntarse ¿qué tiene de malo el pan blanco? La respuesta es ¡todo! El pan es conocido desde antes de que apareciese nuestra civilización. El hombre molía el trigo entre piedras para obtener primeramente la harina. Esos granos molidos eran mezclados con levadura (algo que está vivo, y no algo “químico”), sal y agua para formar una masa que se dejaba fermentar hasta que “subía” como resultado del dióxido de carbono que se produce por acción de la levadura. A continuación se horneaba para formar el pan. Esto es pan. El engrudo almidonado que compramos en las modernas panaderías o en bolsas de plástico no es verdadero pan, y éticamente hablando es una atrocidad llamar pan a algo que nutre tan poco y causa tantos problemas.
Un grano de trigo está compuesto por tres partes: el germen de trigo donde está todo el verdadero valor nutritivo, el salvado y el endosperma. Si uno quiere realmente nutrirse debe consumir las tres partes del grano en la proporción que la naturaleza los combinó. Desgraciadamente, no existe ninguna relación directa entre la inteligencia y la avaricia de los molineros y fabricantes de pan.
¿Se ha preguntado alguna vez por qué se refina la harina? Básicamente el trigo es refinado para garantizar una mayor duración, puesto que el grano íntegro contiene grasas y es susceptible de enranciamiento. Para evitar el deterioro de los granos se prescinde de las partes susceptibles de deterioración, pero no por ello menos nutritivas. El resultado final es un polvo blanco que no se enrancia pero tampoco nutre. Sólo son calorías vacías, es decir, carentes de proteínas, aceite, vitaminas y minerales. La mayor parte de los seres humanos no se han dado cuenta de este detalle, pero otros minúsculos seres sí lo hacen…
A los insectos les gusta comerse el salvado, porque su instinto les dice que es bueno para ellos, a los insectos también les gusta comerse el germen de trigo porque les nutre y les hace sanos y fuertes. Pero cabe preguntarse por qué los insectos no se comen la harina blanca… Sencillamente, porque no hay suficiente valor nutritivo en una tonelada de harina blanca para mantener vivo a un pequeño insecto. Una dieta basada en pan hecho con harina blanca que no puede mantener vivos ni a los insectos ni a los animales durante las pruebas de laboratorio, evidentemente tampoco puede mantener con salud a nuestros hijos.
El pan blanco y los falsos panes integrales (elaborados con harina blanca y algo de salvado, levadura artificial y productos químicos, son igual de nocivos, sin importar la marca famosa o no), contienen varias de las siguientes sustancias químicas: yeso blanco, monoglicéridos y diglicéridos, estearoil-2-lactilato de sodio, azodicarbonamida, ácido tartárico, diacetilo, glicol propileno, musgo de Irlanda, harina de arroz, almidón de papa, soya molida (residuos de la extracción del aceite), dióxido de cloro, harina de pescado, harina de huesos, lactato, de calcio, fosfato de amonio, bromato de calcio, azodicarbonamida, polisorbato 60 y, por supuesto, mucha sal…
¿Cree que todo esto se añade pensando en su salud? Hay que ser muy tonto para creer tal cosa. El yeso blanco, llamado sulfato de calcio, no es añadido para quitar las grietas de su estómago, sino para que sea más fácil amasar hornadas de masa de 250 kg en máquinas gigantescas.
La lista de venenos continúa. ¿Había pensado alguna vez que las levaduras químicas que han sustituído a la levadura natural viva están compuestas de cosas tan sospechosas como el bromato de potasio, ALUMINIO, cloruro de amonio, tartrato, cloruro de amilasa, etc. ? ¿Sabía que el blanqueador usado para purificar las harinas, DIÓXIDO DE CLORO, puede matar la flora intestinal y es utilizado también en los detergentes? Todo el mundo busca que el pan esté “fresco”, sin saber que para lograrlo los industriales le añaden otra sustancia tóxica: etileno. Desde luego usted no leera el nombre de esta porquería en la etiqueta sino a los sumo “emulsificante”.
También está el glicol propileno. Esta sustancia mantiene el color del pan, para que no se decolore mientras espera a que usted lo compre. El glicol propileno tiene otro uso: como anticongelante. Se ha comprobado en animales que produce una terrible depresión.
Los panes envasados y que han de permanecer mucho tiempo en una estantería sin llenarse de moho (es decir, sin permitir que se desarrolle la vida) están tratados con numerosos ingredientes para matar bacterias. Uno de los más usuales es el propionato que tiene la particularidad de destruír las enzimas que permiten al organismo asimilar el calcio. Otro compuesto químico utilizado para “mejorar” la apariencia del pan aunque haya sido elaborado con harinas de muy baja calidad es el persulfato, un compuesto químico usado también para niquelar metales, y que tiene la curiosa propiedad de destruir las pocas vitaminas que pueden quedar en el pan y de convertir el calcio en cal no asimilable por el organismo humano.
Quizás haya oído hablar del pan “enriquecido”. Créame, se trata tan sólo de otra tomadura de pelo; al pan blanco se le quitan más de 22 nutrientes al refinarlo y se le añaden 4 ó 5 en forma de vitaminas y minerales inorgánicos, pero nada de esto hace que se parezca al verdadero pan y sigue sin hacer ningún bien al cuerpo y sí mucho de malo.
La única solución al problema del pan es comer pan de verdad.